Plazas de bolsillo: innovación urbana pública para la recuperación de vacíos urbanos

Los terrenos en abandono son una imagen común en nuestras ciudades. Baldíos, predios abandonados, esquinas o medianeras aprovechadas solos por la desidia… Estos “espacios perdidos” por alguna razón no son destinados a su uso original y terminan transformándose en un problema de seguridad e insalubridad para la comunidad. ¿Qué respuestas podemos dar a este problema urbano desde la planificación y el diseño en sintonía con la participación de la comunidad?

Las plazas de bolsillo nacieron en Santiago de Chile buscando soluciones temporales para estos sitios baldíos hasta que se concrete el proyecto definitivo al cual estaban destinados. Son espacios de uso público transitorio que transforman terrenos baldíos de propiedad pública, mediante mobiliario táctico, vegetación, arte urbano y foodtrucks. El término “de bolsillo” implica que todos los elementos que conforman a la plaza se pueden trasladar a otro sitio una vez que se determine una intervención definitiva. Entre el 2016 y 2018, la Intendencia de Santiago y el Ministerio de Obras Públicas realizaron doce plazas de bolsillo en la Región Metropolitana de Santiago. Posteriormente, se realizaron otras cinco en las ciudades de Temuco, Valdivia y La Serena.

Del BID estamos apoyando la difusión de la experiencia de las plazas de bolsillo en otras ciudades América Latina y el Caribe con proyectos que buscan resolver distintos problemas en diferentes contextos urbanos, tal como es el caso de las ciudades de Arica (Chile), Montevideo (Uruguay) y Santo Domingo Este (República Dominicana).

Activación del Paseo Policía Vieja y la Plaza de la Diversidad Sexual como un ejemplo de innovación urbana inspirada en las plazas de Bolsillo.


Implementando las plazas de bolsillo en el barrio de los terrenos baldíos del mundo

Las plazas de bolsillo recogen parte de la experiencia de recuperación de terrenos baldíos en el mundo, de proyectos como ”Playground” (Ámsterdam), “NYC plazas” (Nueva York), “Esto no es un solar” (Zaragoza), “Parques de bolsillo” (Ciudad de México) y “Pocket Parks” (Londres). En Ámsterdam, durante la década de los ’40, el arquitecto Aldo Van Eyck inventó los denominados playground, estrategia utilizada para ocupar zonas deterioradas por la II Guerra Mundial como micro espacios de juego. Entre 1947 y 1978 se implementaron más de 700 mini parques de juego en esta ciudad holandesa.  Estos micro espacios impactaron la vida pública urbana: “No hay vecino de Ámsterdam que no haya crecido y jugado en estos patios de juego durante el período de su existencia”.

En Nueva York, el Departamento de Transportes (DOT) trabaja en un programa para transformar calles sub-utilizadas en lugares de encuentro vibrantes. El Programa NYC Plaza es una parte clave del esfuerzo de la ciudad para garantizar que todos los neoyorquinos vivan a menos de 10 minutos a pie de un espacio abierto de calidad, siendo uno de los objetivos del Plan NYC (2007). Actualmente, el programa cuenta con 74 plazas en 30 hectáreas urbanas. El secreto de éxito del programa es su cooperación con organizaciones locales sin fines de lucro que puedan proponer potenciales espacios para plazas en sus vecindarios a través de un proceso de solicitud competitivo. El DOT prioriza los sitios que se encuentran en vecindarios que muestran carencia de espacios abiertos. Luego los mismos grupos comunitarios se comprometen a operar, mantener y administrar estos espacios para que sean espacios públicos activos.

Playgrounds. Amsterdam (1947-1978)


Los beneficios de las plazas de bolsillo… ¡tantos que no caben en un bolsillo!

En el modelo chileno, el principal aporte es el mecanismo de financiamiento público-privado. Dado que los terrenos mayoritariamente son de propiedad fiscal, el costo del Estado es residual, teniendo en cuenta que dichos terrenos no tienen considerado un uso alternativo al corto plazo. Por otro lado, la inversión inicial en mobiliario es realizada por una entidad pública. A su vez, los socios estratégicos -por ejemplo las asociaciones de foodtrucks, son responsables de financiar la operación, mantención y cuidado de la inversión inicial, asegurando su sustentabilidad en el tiempo, costo que pueden asumir debido a que no pagan arriendo por aprovechar estos espacios de propiedad fiscal.

Plaza de Bolsillo de Morandé 83, comuna de Santiago. Fotografía: Intendencia de Santiago, 2018.

Las plazas de bolsillo cuestan menos de la mitad de un espacio público tradicional y se demoran menos de un cuarto de tiempo en su materialización. En Chile surgen desde el ámbito público, a diferencia de intervenciones similares en otros lugares del mundo, donde la iniciativa parte desde las organizaciones vecinales. Lo anterior, significa un cambio en la manera en que el Estadoejecuta sus políticas públicas, preocupándose no solo de las grandes obras de infraestructura, sino también de las pequeñas intervenciones que tienen un alto impacto en las personas.

Se reconoce que las plazas de bolsillo no reemplazan a una plaza o parque público, sino que son una alternativa flexible, temporal y experimental que agrega valor a los terrenos baldíos. Complementan además la oferta pública de espacios de uso colectivo gratuitos, aprovechando de forma innovadora un activo que es de propiedad de todos (tales como los terrenos baldíos fiscales), pero que hasta ahora se encontraban cerrados a la comunidad.

Luego de tres años desde la inauguración de la primera de las plazas ubicada en calle Morandé 83, en la comuna de Santiago, frente al Palacio La Moneda y entre el edificio del Ministerio de Obras Públicas y la Intendencia de Santiago, es posible decir que las plazas de bolsillo han llegado para quedarse, ya que se constituyen como una alternativa económica, de rápida ejecución y de alta valoración ciudadana para recuperar terrenos baldíos que hoy son reconocidos por la comunidad como lugares inseguros, focos de basura, estacionamientos irregulares y señal de especulación inmobiliaria.

Cabe destacar que las plazas de bolsillo funcionan en la lógica del urbanismo táctico, es decir, son intervenciones rápidas, de bajo costo y creativas, que empoderan a la comunidad local y generan así un alto impacto a la vida social en nuestras ciudades. Desde el LAB Ciudades del BID, apostamos por  probar conceptos innovadores de diseño y programación de espacios públicos que pueden brindar beneficios instantáneos de seguridad y vida pública sin esperar proyectos de infraestructura que se demoran mucho tiempo.

Video: Te contamos cómo la innovación, co-creación y experimentación pueden transformar el desarrollo urbano sostenible en América Latina y el Caribe con ideas disruptivas, escalables y replicable.

Fuente: https://blogs.iadb.org

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