Imaginarios urbanos: ¿cómo percibimos a nuestras ciudades?
Esta semana tuve la oportunidad de participar en The Cities We Need/ Les villes qu’il nous faut, la conferencia anual del McGill Institute for the Study of Canada (MISC) en la ciudad de Montreal. En esta conferencia conocí al destacado filósofo y profesor colombiano Armando Silva, Director del Doctorado en Estudios Sociales de la Universidad Externado en Colombia y director del proyecto de Imaginarios Urbanos. Este proyecto actualmente incluye a más de 20 ciudades a nivel mundial, entre ellas, Asunción, Bogotá, Buenos Aires, Caracas, Ciudad de México, Ciudad de Panamá, La Paz, Lima, Montevideo, Quito, Santiago, San José de Costa Rica, Sao Paulo, Porto Alegre, Pereira, Tijuana, Maracaibo y Medellín.
A continuación, les comparto una breve entrevista con Armando Silva sobre el concepto de la ciudad imaginada, las distintas expresiones alrededor del arte urbano y su importancia para nuestras ciudades en América Latina y el Caribe.
1. ¿Qué es la ciudad real y qué es la ciudad imaginada?
Para mí, la ciudad imaginada es una construcción social, es la percepción de la ciudad por parte de un grupo de personas, lo cual también puede entenderse como un punto de vista. Por ejemplo, una calle puede ser percibida como peligrosa para las mujeres pero no para los hombres.
No siempre hay una coincidencia entre lo real (tangible) y lo imaginado (percepción). Si tuviésemos que elegir cuál domina en las acciones ciudadanas, lo imaginado siempre se impone sobre lo real. ¿Por qué? Para mí, lo que llamamos real ya incluye lo imaginado. Es decir, no es posible que algo exista si no es imaginado.
Un ejemplo de la diferencia entre lo real y lo imaginado podemos encontrarlo en Bogotá. Esta es una ciudad que hoy tiene unos índices de criminalidad relativamente bajos, pero la percepción de los ciudadanos es que es terriblemente peligrosa. Esto es muy distinto a lo que pasa con Washington D.C., donde los ciudadanos no se sienten tan inseguros, pero la ciudad es muy peligrosa de acuerdo a los datos empíricos reales. Esto demuestra que lo que finalmente domina en la percepción es lo imaginado.
2. ¿De qué manera pueden las ciudades manejar su imaginario de una forma positiva?
Los imaginarios no son manipulables. Uno podría diseñar una campaña de publicidad para decir, por ejemplo, “Venga a Pereira, la más bella y la más segura.” A partir de la campaña, uno podría generar un cambio, pero no tan significativo. Los imaginarios cambian mucho. Por ejemplo, la campaña puede ser exitosa en posicionar a la ciudad como segura, pero luego ocurre un crimen y se desatan otra vez los temores.
Ya que los imaginarios se refieren a la percepción ciudadana, vienen de todos lados: de los medios, de la literatura…
Otro ejemplo es una campaña en Colombia cuyo objetivo es aumentar el turismo en el país. El mensaje central es “el miedo de visitar Colombia es que te quieras quedar.” Es decir, la campaña utiliza los miedos que existen en Colombia—a la guerrilla, al narcotráfico—y los vuelve positivos. Esa campaña tuvo mucho éxito. Esto demuestra que la publicidad puede ayudar a cambiar el imaginario, siempre y cuando ya exista un ambiente psicológico o una intención para ello.
3. En su opinión, ¿qué importancia tiene el graffiti para las ciudades de América Latina y el Caribe?
Es importante aclarar que en las ciudades podemos encontrar muchas expresiones, y el graffiti es solo una de ellas. En mi libro Atmósferas Ciudadanas (2014), establezco diferencias entre 4 fenómenos diferenciables: graffiti, arte urbano, arte público y nichos estéticos.
El graffiti es quizá la expresión más poderosa. En América Latina es muy fuerte, particularmente en la ciudad de Sao Paulo donde podemos encontrar muchos estilos. El graffiti sigue siendo una expresión de conflicto, la escritura de lo prohibido. Cuando la alcaldía de una ciudad como Caracas o Bogotá hacen concursos de graffiti, eso deja de ser graffiti y se convierte en arte urbano o incluso en arte público.
Graffiti en Sao Paulo, Brasil. Foto: Alex Saberi
Hay un fenómeno que se da desde los años 90 y sigue dándose ahora y es la entrada del graffiti en las galerías. Por ejemplo, en 2008 la Tate Gallery llamó a un grupo de artistas a llevar su arte a este espacio. Eso automáticamente convierte esa expresión en arte urbano.
Sin embargo, hay un grupo de artistas que, descontentos con la mercantilización del arte, salieron de las galerías y empezaron a tomarse la ciudad. Ellos empezaron a intervenir espacios de diferentes maneras, por ejemplo, a través de performances. Todo ese es un fenómeno que al yo llamo arte público.
Por último, los nichos estéticos son manifestaciones que no son propias del arte ni del graffiti, sino que construyen un nicho estético que tiene una apreciación de la forma urbana que no es artística. Dentro de esta categoría caben todos los juegos, videos y memes que surgen en Facebook, los cuales utilizan recursos como la ironía, el humor o el sarcasmo, y están dirigidos a un grupo de amigos o de personas en la ciudad.
Estos son los 4 elementos de convivencia en la ciudad real—tanto la física como la digital—y, por tanto, en la ciudad imaginada.
Fuente: https://blogs.iadb.org
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